Poesía

SOMBRA Y ESPEJO

Pregúntale al soneto cuando sientas

deseos de aclarar cuanto es oscuro;

pregúntale si no se rompe el muro,

si en medio de la luz andas a tientas.

Dile tan sólo la verdad. No mientas

ni finjas ser más alto ni más puro.

Puede ser un diamante el verso duro

si toca el fondo de las horas lentas.

Pregúntate a ti mismo. Tus hermanos

están atareados en la lucha

o no entienden tu pena o tu lenguaje.

Desvela con la mente y con las manos

el signo limpio y justo. Mira, escucha

y pon de nuevo en orden tu equipaje.

CITA

Escribir es escuchar.
Lo dice una novelista
al filo de una entrevista.
Al fondo se mueve el mar.
Distinguir las voces. Dar
con la palabra primera
que te cuenta lo que era
y desvela lo que es.
Escribir en el envés
del papel. Ser el que espera.

VOLVIENDO LA CABEZA

(I)

Para siempre no era demasiado

aunque fuéramos dos, aunque lleváramos

el tiempo de la mano y la sonrisa.

Es verdad que la luz no dependía

del sol o de la noche, que los cuerpos

cobraban vida o se deterioraban

por un gesto o por una sombra leve,

que los minutos no tenían nunca

la misma duración. Iban las horas

hacia la oscuridad, iban los sueños

hacia la ola sorda y la cascada.

Para siempre no era demasiado

si se mira después, si ya los ojos

no pueden abarcar todo el paisaje.

(II)

Para siempre no era demasiado,

ni siquiera era mucho o suficiente.

Salía el sol, se abría el mar, la mente

crecía, el mundo estaba de tu lado.

Cuando todo era libre y desatado,

amarramos el tiempo; suavemente

sujetamos su crin. Indiferente

siguió el tiempo su marcha hacia el pasado.

A pesar de los números, la vía

era ancha y profunda y parecía

que no tenía término ni plazo.

Como una perla era, como vela

que alumbra, como pájaro que vuela,

como la vida que retengo y trazo.

TRÁILER

Empieza, di que guardas una carta
sin remite, una dirección, la clave
a la que sólo tú tienes acceso.
Que no vean tus dedos, que no sepan
por qué arañas la piel y los minutos.
Habla en la oscuridad, deja que brillen
las piedras y el temor bajo los párpados.
Si la verdad te mata, la mentira
no te protegerá cuando abandones
el sótano. Levanta la cabeza
y anda. Vuelves al aire y aún puedes
mirar cómo los árboles se agitan.
Dales las señas que inventaste, llévalos
a tu desconocido paradero.

ASESINATO

¿Quién lo mató? La clave oculta estaba
en los primeros pasos, cuando el viento
fingía detenerse entre los árboles.
Tenía casas, bienes, un diamante
escondido. Solía discutir,
se oyeron voces al sonar la hora.
Se habló de una mujer, en su bolsillo
encontraron quizá sus iniciales.
Vivía solo, pero se requiere
ayuda para terminar así.
También para seguir viviendo. Cae
la lluvia, arriban nuevos visitantes.
¿Dónde estaban ayer, cuando la herida
se abría y lo llevaba al pozo oscuro?
¿Quién se alegra de haber ido más lejos?
Tuvo su muerte, pero no es tan claro
que los hilos que enlazan cada vida
lleguen hasta el final. Quedan los signos,
los detalles, las muestras. Y los pasos
perdidos en la noche.

LÍNEAS SIN FECHA

I

En esta noche callada
una estrella hiriente y muda
ha caído.

Y no me quedan palabras.

En esta noche tan fría
gotas de dolor y nieve
han caído.

Y no me queda alegría.

En esta noche de ciegos
sombra y agua, agua y sombra
han caído.

Y no me quedan luceros.

II

No has sido.
La azotea, la música,
las letras y los pasos
no dejaron atrás ningún camino.

No eres.
El trabajo, la lucha,
los días que se apagan
no te hacen más alto ni más fuerte.

No serás.
El porvenir no espera
mucho tiempo. Contempla
los signos en la orilla. Mira el mar.

III

Qué pasará mañana
qué azotará los rostros cuando el viento
se vaya o se detenga
quién verá nuestras huellas y no sabrá el camino
quién cubrirá la piel de los recuerdos
dónde se guarda lo que ya no late
qué será de nosotros.

LA HERIDA

Cada vez que te acercas, me das algo;
aguijón o cincel, martillo o dardo,
en la grieta creciente vas dejando
moldes, sombras, imágenes y rastros.

Aunque ciega la lágrima, está claro:
lo que quitas es tu mejor regalo.

ARIA

El mariscal Setién sólo a los lobos

y a los cuervos acoge en su rebaño.

El mariscal conversa con el crimen

y limpia y pule y guarda los metales.

Si desdeña a las víctimas, si el paso

apresura y esquiva cada lágrima,

un motivo más hondo le sostiene.

El hombre superior no admite leyes

ni mandamientos. La virtud anida

en la sangre primera y en el signo.

El obispo Petain vendió París.

Cómo se puede ser tan despreciable.

MÚSICA

En el principio era el ruido. Planetas y partículas chocaban y crujían y el universo era un corazón tronando.

Luego vino el crepitar del fuego, el grito el alarido y el tambor aplastando los huesos y las huellas.

Más tarde muchas manos manejaron el rayo. Y el metal y la piedra desgarraron la piel y los oídos.

Mejor era ser sordo. Mejor no oír los golpes sin palabras y las palabras vacías. Mejor no oír el tañido incesante del error, el abatimiento de las ilusiones, los ladridos del miedo.

Pero en el fondo estabas tú. Dormías en la madera y en los hilos, corrías con el agua. Y siglo tras siglo moldeabas las voces de los hombres.

Alguien sin nombre te despertó. Él y otros que tal vez tampoco sean de este mundo derramaron tus notas y alejaron el frío que amenazaba helar prados y casas.

Desde entonces alumbras detrás de cada línea. Tus notas, movidas por el aire y los deseos, nos acercan a la vida que no supimos vivir o que quizás no merecemos. Arpa, violín, flauta o piano nos hablan de otra escala más honda, de un Creador menos duro, de un espacio sin límites.

Tú eres de verdad el consuelo de los afligidos, el agua del sediento y el refugio de los que se sienten extraños en la tierra. Tú eres el cristal que no hiere ni engaña.

Es hermoso el silencio cuando tú lo acaricias. Tú, el paraíso que aún no hemos perdido.

SUR

Como el rey de Granada

no supe defender esta ciudad.

Como el de Galilea

mi reino no es de aquí.

Por eso lloro.

LA BALANZA

Homero me lo dijo algún tiempo después,
cuando el sol se escondía en el Mediterráneo.
El viajero contaba su aventura increíble
y la tarde tejía gigantes y sirenas.

Era ciego. Los dioses le negaron la luz
para que no perdiera la huella de sus límites.
Él tenía la voz partida contra el aire
y una justa balanza cayó sobre sus ojos.

Así cuenta el poeta su verdadera historia
y prescinde del tiempo que ordena nuestros pasos.
¿Fue tan lejos el canto que cegó los caminos?
¿O la sombra sembró la semilla y el vuelo?

XIX

Te duele la cabeza.

El cerebro te pide una respuesta

para cada punzada.

Con un pie en el olvido, si duermes, la mañana

despertará temprano el dardo agudo

y, al clarear de niebla, será duro

levantar la sonrisa.

No te dará la vida

más de lo que entrevés en esta noche.

Duerme. Aunque no nombres

los peldaños que huyeron

ni el cristal que se clava por el centro,

la piel recoge espinas, cardos sueña.

Te duele la cabeza.

7 DE DICIEMBRE

Otra vez el domingo
abre por ti los ojos.

Hace frío. En la playa
quedan sólo unos pocos.

Los demás se marcharon
con los niños al hombro

a comprar los presentes.
No hay diferencias. Somos

los llamados, también
los elegidos. Todos

hemos sido aceptados
en este oscuro coro.

Como la vieja dama,
ella no mira el rostro

ni los nombres, desdeña
la ropa y los adornos.

Basta ser. O quedarse.
Pero no me conformo.

AMIGO

Amigo,
aunque tú no lo sepas,
en otra orilla vivo.

No preguntas por mí,
no encuentras el camino
de vuelta, no descubres
las luces, las señales.

Si necesitas algo,
ya no sabes pedirlo.

Te han herido y ahora
sólo puedo ofrecerte
palabras que no escuchas,
recuerdos que has perdido.

Vives porque te duelen
las manos, porque miras
aún entre la bruma
y en la inmovilidad
escondes lo que rueda.

Estás cerca, no hay mares
en medio, ningún monte,
pero acaso el olvido
es la mayor distancia.

Somos fantasmas, sombras
que dijeron tu nombre.
Pero tú no lo oíste,
amigo.

DESDE UNO HASTA TRES

Unas veces se gana
y otras veces se pierde

Mayra Gómez Kemp

Es la vida tal vez como un concurso
de preguntas y risas enlazadas.
Vas soñando caminos, dioses, hadas,
y tan sólo te dan sombras y un curso
por donde tropezar. Pasa la gente
contando cuentos, chistes y mentiras
o bailando sin piel. Los oyes, miras,
y nada más que el eco se presiente.
Los presentes se mudan con los años,
se rompen los mensajes y al cuaderno
acuden otros nombres sin sentido.
Y, al final, entre lágrimas y engaños,
acaricias las dudas del invierno
y te niegas a ver lo que has perdido.

SI

Si pudiera cantar como lo hacía
ayer, antes de ahora, si pudiera
correr sin detenerme y desechando
la duda y la fatiga, si encontrara
alguien a quien culpar – dios o demonio –
que no anidara dentro de mi cuerpo,
si supiera alejarme de lo tibio,
de lo insignificante, si volviera
a ver en el espejo y en el agua
un rostro con más luz, con menos sombra,
si regresara adonde nunca estuve,
si probara la miel con otros labios,
si no tuviera miedo, si pudiera
cantar, hallar el tono, asir el hilo.

FLOR DE MARZO

Si je chante, c’est pour toi

Silvie Vartain

Pero no sé qué diera de tenerla ahora mismo
Mirando por encima de mi hombro lo que escribo

Joaquín Sabina

Escribo para ti, para que mires
las letras extraviadas y me digas
si acarician el aire. Poco importa
ser vate universal o un hombre oscuro
que entrega algunas líneas a su hermana
como una breve flor en el silencio.
Poco vale el aplauso de los otros.
El que puede entender con ansia espera
otro oído que atienda entre las rocas
y la antorcha no es más que una cortina
para velar el tiempo y la distancia.
Escribo para ti, para que hundas
mis manos en tus manos y derrumbes
la sílaba de arena con tus ojos

FOR YOUR EYES ONLY

Escribo para ti, para los ojos
de distinto color que nunca cambian.
Cuento una historia simple, conocida,
intentando añadir nuevas imágenes
o lances olvidados. Tomo a préstamo
los números, las letras, los acordes
de quien llega y de los que no se han ido.
Hablo de lo que veo, escucho y canto
lo que se pierde, trazo una figura
que encuentra en el crepúsculo su nombre.
Estás lejos, el tiempo y el espacio
no coinciden, la voz es diferente.
Pero estas líneas son para tus ojos.

FUERA DEL TEMPLO

No es el momento.

Las teclas no responden
o inventan una clave sin medida.

A la sacerdotisa no le agradan
tus ropas ni tu aspecto
y te has quedado afuera.

En el fondo, detrás de las columnas,
se eleva una plegaria que apenas reconoces.

No sabes si ocurrió, pero no sigue.
Y el tiempo ha terminado.

OFRENDA

Esas son tus palabras. No es preciso

que midas dónde van o cómo vienen.

Que encuentren una forma, que se muevan

a un compás, a una voz, no es suficiente.

Que tengan esa música que es tuya

y es de todos, que digan lo que sientes,

si acaso es necesario, poco vale

si no hay fondo en el agua, si en tu frente

no brillan las estrellas y el silencio.

Son como el fuego y son como la nieve

o apenas tinta y sangre. Como cuerpos

dispersos en la arena no dependen

sino del mar o de alguien que las mire.

Ahí están bajo un sol callado y leve.

SINO

Porque nadie le escucha
sigue hablando;
porque ya no lo ven
mira y espera.

Cuando la vida
le abraza, huye o piensa
en otra cosa.

OTRO MILAGRO

Ay, si yo pudiera

quitarle a la tarde

la ceniza quieta.

Si encontrara aire

para una vez más

salir a la calle.

Entonces quizá

mejores senderos

vería en el mar.

Pero ya eres viejo,

dices. Y los años

de muerte te hirieron.

Y el sabor amargo

y la arena sólo

rozarán los labios.

Mas, de cualquier modo

yo no quiero ahora

llorar en tu hombro.

Si la vida es corta

y cruel, la mirada

abrirá las olas.

Ay, si yo lograra

quitarle a la tarde

la ceniza helada.

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5 respuestas a Poesía

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