En la oración condicional se indica que una acción depende de otra. De una manera directa – si yo fuera rico, compraría un yate – o menos inmediata – si yo fuera presidente, acabaría con el latrocinio y la pobreza -.
A veces se piensa que la condición está al alcance de la mano – si estudiara más, aprobaría – o que basta un simple aviso – iré si me llamas -. Otras veces las condiciones, como en el famoso poema de Kipling, son más numerosas y difíciles, pero creemos que se pueden cumplir con tiempo y esfuerzo.
A menudo, sin embargo, la condición es irreal, parece que no tendrá lugar o no se cree en ella. Se dice si como si se dijera nunca. Nunca seré rico, jamás llegaré a presidente. no reinaré ni en mi país ni en mi casa.
Y eso nos exime de las improbables consecuencias. Si fuera rico me quedaría en tierra y me dedicaría a duplicar mis bienes y mi aburrimiento. Si fuera presidente dirigiría el gobierno con la misma incapacidad con que manejo mis propios asuntos y cometiendo cada día un nuevo error.
Se le da más importancia a lo que se tiene o se puede poseer en el futuro – ser rico es igual a tener dinero – que a lo que se es o se ha aprendido desde el primer deslumbramiento. Pero, a diferencia del conocido dicho, tanto vales, tanto tienes. O cuánto eres o volverás a ser si ocurre otro milagro. Y una vez cambiado el orden de los factores, la oración y la existencia serían distintas.