Cuesta escribir, juntar las palabras y las frases y darles un significado, unir lo que se siente y lo que se piensa y abrir un nuevo cauce al agua de la vida.
Es duro escribir, vivir, pero cuesta más dejar de hacerlo. Dice Pedro Salinas que hay que apretar los labios antes de decir que no, porque un no puede paralizar el movimiento, acortar los caminos, anular el mundo.
No puedes renunciar. Pasan los años y los cercos se estrechan, se secan las fuentes y el porvenir no tiene muchos números, pero a veces cae la lluvia, suena la música o unos ojos te miran fijamente. Hay una princesa, o una campesina, que cantar o una historia que aún no se ha contado. Y el silencio, como la calma, sólo es valioso después de la tormenta.
No importa quién esté al otro lado de la línea, cuántos te escuchan, dónde llegas. Después de tanto tiempo deberías saberlo. Escribir es tu forma de ser. Y no tienes más que dejar tu ofrenda y cumplir tu sino.