VIRUS

No es como el aire que sin él no vives. No es igual que la noche que se acerca a todos los hogares. Pero está ahí, como una sombra, como una nube ancha que cubre nuestra tierra. Está en el norte y en el sur, en el interior y en las costas y en las islas. Tiene poder o elige a quien lo tiene y no le importa su origen ni su bandera.

Es un mal con muchos nombres. Quienes lo padecen no construyen ni crean, no precisan conocimientos ni estudios. Son amigos de lo ajeno, aunque quizás no lo saben. Ellos se han ganado un puesto en su organización y todo lo que encuentran es suyo, como un tesoro escondido que han descubierto y ahora les pertenece. No importa quiénes lo dejaron en la playa o en la cueva. Los que contribuyeron a su proyecto no tienen rostro y son demasiados para recordarlos.

El mal lo sufren los cuerpos, los organismos y también los que aún no han sido contaminados. No sé si cada uno tiene lo que se merece y pierde lo que no ha sabido guardar, pero los sujetos dañados sustraen, disponen y ejecutan porque el mal no nos parece tan grave o porque nos cuesta apartar y recluir a gente tan cercana.

En La Oferta hablo de este mal, de la rueda y de alguno de sus engranajes.

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