Escribes para quejarte o porque piensas que el mundo no está bien hecho y quieres repararlo. Quieres que te quieran, que no te dejen en el olvido, que te lean. Los lectores presentes, aunque sean pocos, y los futuros, que dependerán de tu talento y, en menor medida, de tu suerte.
No todo yo moriré, dice Horacio, y cuando vuelvo a leer sus versos – Exegi monumentum aere perennius – me asombra su fe en la posteridad y cómo ésta, a lo largo de dos mil años, le ha dado la razón.
Claro que ni él ni nadie lo puede saber o estar ahí para recoger el premio. Quien escribe – o pinta o compone música – para después es un arriesgado jugador que apuesta todas sus monedas a un número que casi nunca sale. Y que cuando la ruleta se detiene, ya ha abandonado la mesa, el salón de juegos y el mundo.
Christina Rosetti es quizás más modesta y en Remember sólo espera que la recuerde alguien a quien ama.